Hay un niño en la calle

Este hermoso poema de Armando Tejada Gómez al que le puso música Angel Ritro, en este caso lo canta Alberto Cortéz, aunque también lo hizo Mercedes Sosa, Horacio Guarany, etc.
El tema se llama "Canción para un niño en la calle" y es solo un fragmento del poema de Tejada Gómez, que les transcribo a continuación.
Pero reflexionando un poco, que mal que a pesar del tiempo que tiene este poema desgraciadamente sigue tan vigente... Que feo que siempre estemos diciendo "sigue vigente", cuando casi siempre nos refirimos a cosas malas, a situaciones que con el tiempo debieron haberse modificado, arreglado, corregido... pero no, todo sigue igual, o peor, es muy triste...
Bueno escúchenlo, lean el poema y me cuentan que les parece si?




A esta hora, exactamente,
hay un niño en la calle.

Le digo amor, me digo, recuerdo que yo andaba
con las primeras luces de mi sangre, vendiendo
una oscura vergüenza, la historia, el tiempo,
diarios,
porque es cuando recuerdo también las presidencias,
urgentes abogados, conservadores,
asco,
cuando subo a la vida juntando la inocencia,
mi niñez triturada por escasos centavos,
por la cantidad mínima de pagar la estadía
como un vagón de carga
y saber que a esta hora mi madre está esperando,
quiero decir, la madre del niño innumerable
que sale y nos pregunta con su rostro de madre:
qué han hecho de la vida,
dónde pondré la sangre,
qué haré con mi semilla si hay un niño en la calle.

Es honra de los hombres proteger lo que crece,
cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
evitar que naufrague su corazón de barco,
su increíble aventura de pan y chocolate,
transitar sus países de bandidos y tesoros
poniéndole una estrella en el sitio del hambre,
de otro modo es inútil ensayar en la tierra
la alegría y el canto,
de otro modo es absurdo
porque de nada vale si hay un niño en la calle.

Dónde andarán los niños que venían conmigo
ganándose la vida por los cuatro costados,
porque en este camino de lo hostil ferozmente
cayó el Toto de frente con su poquita sangre,
con sus ropas de fe, su dolor a pedazos
y ahora necesito saber cuáles sonríen,
mi canción necesita saber si se han salvado,
porque sino es inútil mi juventud de música
y ha de dolerme mucho la primavera este año.

Importan dos maneras de concebir el mundo.
Una, salvarse solo,
arrojar ciegamente los demás de la balsa
y la otra,
un destino de salvarse con todos,
comprometer la vida hasta el último náufrago,
no dormir esta noche si hay un niño en la calle.

Exactamente ahora, si llueve en las ciudades,
si desciende la niebla como un sapo del aire
y el viento no es ninguna canción en las ventanas,
no debe andar el mundo con el amor descalzo
enarbolando un diario como una ala en la mano,
trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
golpeándose el pecho con un ala cansada,
no debe andar la vida, recién nacida, a precio,
la niñez, arriesgada a una estrecha ganancia,
porque sino las manos son dos fardos inútiles
y el corazón, apenas una mala palabra.

Cuando uno anda en los pueblos del país
o va en trenes por su geografía de silencio,
la patria
sale a mirar al hombre con los niños desnudos
y a preguntar qué fecha corresponde a su hambre
qué historia les concierne,
qué lugar en el mapa,
porque uno Norte adentro y Sur adentro encuentra
la espalda escandalosa de las grandes ciudades
nutriéndose de trigo, vides, cañaverales
donde el azúcar sube como un junco del aire,
uno encuentra la gente, los jornales escasos,
una sorda tarea de madres con horarios
y padres silenciosos molidos en las fábricas,
hay días que uno andando de madrugada encuentra
la intemperie dormida con un niño en los brazos.

Y uno recuerda nombres, anécdotas, señores
que en París han bebido
por la antigua belleza de Dios, sobre la balsa
en donde han sorprendido la soledad de frente
y la índole triste del hombre solitario,
en tanto, sus señoras tienen angustia y cambian
de amantes esta noche, de médico esta tarde,
porque el tedio que llevan ya no cabe en el mundo
y ellos son accionistas de los niños descalzos.

Ellos han olvidado
que hay un niño en la calle,
que hay millones de niños
que viven en la calle
y multitud de niños
que crecen en la calle.

A esta hora exactamente,
hay un niño creciendo.

Yo lo veo apretando su corazón pequeño,
mirándonos a todos con sus ojos de fábula,
viene, sube hacia el hombre acumulando cosas,
un relámpago trunco le cruza la mirada,
porque nadie protege esa vida que crece
y el amor se ha perdido
como un niño en la calle…

Armando Tejada Gómez, poeta argentino (Mendoza)1929 - 1992
Decía: “El que lea atentamente mi poesía, comprende rápidamente que la intención es cantar opinando”

La obra de Armando Tejada Gómez fue declarada de interés Educativo Permanente por la Honorable Camara de Diputados de la provincia de Buenos Aires.

2 comentarios:

Hermoso poema. Triste y bello.
El otro día hablábamos de las cosas que están mal y que deberían estar bien debido al tiempo que ha pasado. El mundo es cruel, y difícil de comprender. No lo vamos a cambiar de un soplido. Pero si de a poquito. Cada uno poniendo un granito de arena. Saludos
Marcos

Es cierto Marcos, es un bello poema y también muy triste como nuestra realidad, ojalá toda la gente pensara así, como pensamos, porque "la arena es un puñadito, pero hay montañas de arena" no? Si todos pusieramos un granito podríamos cambiar muchas cosas, pero la gente está muy desesperanzada, se ha luchado tanto para no conseguir nada...
Y a otros no les importa nada, es lo que veo, triste pero real...
Un abrazo ;)

Publicar un comentario

Compartir

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More