Pensando distinto que ayer (carta de una mujer soltera)



Leyendo el otro día me detuve a pensar en cuánto de razón tenía al creer que nos volvimos idiotas con el paso del tiempo, cuando le fuimos dando lugar al llanto por un tipo que, mientras nosotras nos terminábamos una caja de pañuelos descartables y hablábamos horas con esa amiga que siempre trata de pegar los pedacitos de nuestro corazón partido, él organizaba un asado o un picadito con los amigos del club sin que se diera cuenta de que nosotras ya no pertenecíamos a su vida.

La idiotez, para mí, es justamente haber creído durante muchísimo tiempo que la vida pasaba por encontrar al príncipe azul, el gran Mc Gyver del corazón que remendara el pasado, que suturara las viejas heridas y nos sorprendiera con el amor de Hollywood.

Hay un instante en que uno cambia. Por más que el proceso haya sido largo y subterráneo, existe un segundo, un momento, en el que uno se descubre pensando distinto que ayer.
Tal vez sea la edad, tal vez el tiempo libre del que dispongo, o quizás sea que todo haya confabulado para darle una bofetada a mis creencias anteriores y reubicarme frente a la vida, con una visión bastante distinta del paisaje.

Hoy no baso mi vida en si Pedro o si Juan me llamaron, si Z se levantó con ganas de verme o si X me extraña.
Sigo creyendo en el amor, pero dejo de creer en el amor como salvación.
Sigo confiando en que exista un complemento, un color que combine con el mío, un zapato de mi número, que haga más placentero el recorrido, pero que no sea la única fuente de placer.

Hasta hace un tiempo, creía que la soltería era una tortura, un castigo por no haber sido lo suficientemente "apta" o afortunada o capacitada como para mantener viva una relación. Dentro de una sociedad que no mira con muy buenos ojos a alguien que no pudo establecer un vínculo duradero con el sexo opuesto y que encierra en sus comentarios la idea de que "por algo será", es inevitable sentir en un momento que algo anda mal en uno.

Lo cierto es que ya no creo que algo ande mal en mí, sino que tal vez existen otras prioridades.

Hoy el mundo, o tal vez sólo mi mundo, cambiaron.
En el mío, tener tiempo disponible para leer, mirar películas a las cinco de la mañana, caminar cuando anochece, compartir tiempo con amigas, recuperar el diálogo con cierta gente, escribir mucho, es un privilegio que probablemente debería resignar para estar con alguien, y no pienso hacerlo porque sí.

La libertad es un valioso don, y supongo que para sentarme a negociar un poquito de ella, del otro lado de la mesa debe haber alguien que valga demasiado la pena.

Los domingos que antes odiaba porque tenían el poder de derramarme soledad sobre el vestido nuevo, hoy me parecen un día ideal para hacer mil cosas o no hacer nada, y eso no incluye llorar.

Mi estado civil no es más "soltera", son S de soledad y O de olvido.
Hoy soy libre, que es mucho más alentador.

1 comentarios:

Es un bonita manera de verlo. Aunque yo a veces, esa S de soltero la veo tb como la S de soledad, pero hay cosas que nunca cambiaran. Y parece que estamos educados a que la soledad sea mala. Que hay de malo en la solteria?? ojala aprendamos a comprenderlo que solo es otra opcion.

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